Luego del holocausto qué nos quedará. Ahora que somos dos extraños, que ni siquiera nos saludamos de mano.
Son cuatro años y medio que nos hemos contado, que nos hemos traído arrastrando el uno al otro.
Qué nos contamos ahora, qué nos decimos, cómo mirarnos.
Se firman papeles, se habla de nada, ni un roce, ni una cercanía, nada.
Sólo resta una audiencia, un par de firmas más, un par de testigos mudos y nada, la casa tristeza está derrumbada, un terreno lleno de escombros sobre cuerpos que ya no dicen más.
Las palabras para ti ya no tienen sentido, la mano ya no guarda ninguna línea.
Casa tristeza está destruída
Sesenta y cuatro
-
Soñé que conducía una camioneta pickup a baja velocidad, que sin razón,
tal vez un semáforo en rojo, no lo recuerdo, detuve. Volteé a ver al
frente, había...
Hace 8 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario